China: el surgimiento de una nueva potencia filantrópica en tiempos de coronavirus
Fabrice Jaumont, Fondation Maison des Sciences de l’Homme (FMSH) y Charles Sellen, Indiana University
Las fundaciones privadas y los filántropos ya han entregado o prometido más de 1 000 millones de dólares en pocas semanas para luchar contra el virus COVID-19.
Los donantes chinos han sido los primeros en responder, y su contribución total asciende a 729 millones de dólares. La mayor donación proviene de la empresa china de Internet Tencent Holdings.
Los Estados Unidos de América son el segundo mayor contribuyente mundial, con 182 millones de dólares, incluidos 100 millones de dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates para “ayudar a reforzar los esfuerzos de detección, aislamiento y tratamiento; proteger a las poblaciones de riesgo; y desarrollar vacunas, tratamientos y diagnósticos”.
El 31 de enero, el multimillonario chino Jack Ma, fundador de Alibaba, ya había prometido el equivalente a 144 millones de dólares estadounidenses para la adquisición de suministros médicos para Wuhan y Hubei, así como 14 millones para ayudar a desarrollar una vacuna.
Hace solamente unos meses, el otrora profesor soltó las riendas de una empresa de más de 100 000 empleados valorada en 450 000 millones de dólares porque, de acuerdo con sus declaraciones, quería dedicarse a la filantropía en el campo de la educación. La emergencia provocada por la amenaza del coronavirus también le permitió al magnate mostrar su compromiso con el apoyo a las labores realizadas en pro de la salud pública.
Desde hace mucho tiempo, distintos personajes públicos chinos han practicado con discreción la filantropía, entendida como una «acción voluntaria por el bien público». Pero, teniendo en cuenta la magnitud de la fortuna de Jack Ma, que asciende a 43 000 millones de dólares aproximadamente y ocupa el vigésimo primer lugar del mundo, esta decisión indica que la filantropía china se encuentra en un punto de inflexión histórico.
El resurgimiento de una tradición filantrópica milenaria
Hasta hace poco, uno de los aspectos del capitalismo chino, con frecuencia soslayado, era la relativa ausencia de filantropía privada por parte de las clases privilegiadas hacia los más desfavorecidos. No obstante, este país conserva una tradición de generosidad, eco del confucianismo, que data de hace más de tres mil años. Dicha tradición se estancó a partir de 1949, en los primeros años de la República Popular China, debido a sucesos como la nacionalización de los activos y la disolución o expulsión de organizaciones extranjeras del territorio. El estado socialista tuvo que cubrir las necesidades sociales y desalentó las iniciativas privadas.
Esta cronología contrasta con la historia de la economía de Estados Unidos, país donde la filantropía surgió muy temprano como un remedio para los males sociales del liberalismo capitalista en su época de oro.
Para los países que la practicaban, la filantropía funcionó durante un siglo como un «poder blando». Los ejemplos en la historia abundan, como es el caso de la manera en que Occidente la aprovechó para luchar contra el Marxismo. Actualmente, los países en desarrollo conforman una amplia zona de influencias filantrópicas múltiples que apelan al seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
En la comunidad académica hay actualmente un creciente número de investigadores de origen chino dedicados a las organizaciones sin fines de lucro y a la filantropía (conferencia ARNOVA 2019). Asimismo, China es objeto de investigaciones más extensas.
A partir de la política de «puerta abierta» de Deng Xiaoping, China ha tenido un crecimiento enorme que, si bien ha generado riqueza, también ha propiciado una mayor desigualdad.
Las primeras fundaciones privadas prosperaron en las décadas de los ochenta y los noventa como parte de un intento por detener este proceso y ayudar al estado en su gasto social, pero hasta 1994 no se admitió la compatibilidad entre la filantropía y el socialismo. Actualmente somos testigos de un verdadero renacimiento del espíritu de la filantropía privada en este país.
Aumento de los filántropos multimillonarios
La proliferación de estos filántropos chinos está directamente relacionada con el surgimiento de las fortunas. En 2017 había 373 multimillonarios en China continental (la segunda concentración más importante del mundo después de los 585 multimillonarios que vivían en Estados Unidos), cifra que incluía a 89 nuevos multimillonarios y equivalente a la aparición de casi dos nuevos multimillonarios por semana.
Después de cinco años de crecimiento continuo, esta cifra disminuyó ligeramente en 2018, en congruencia con la desaceleración económica del mercado global.
Entre los prometedores empresarios que amasaron sus propias fortunas hay algunas figuras con influencia nacional que desean inspirar a una nueva generación de filántropos.
Tras llegar a ser uno de los hombres más adinerados del país, el doctor Charles Chen Yidan, cofundador de Tencent, dejó esta empresa en 2013 para dedicarse a promover la educación. El Premio Yidan (3.8 millones de dólares) es el premio más generoso del mundo para la investigación en el campo de la educación.
Otra prominente figura es la señora He Quiaonv, quien en 2017 se comprometió a donar 1 500 millones de dólares para la conservación de la biodiversidad, la donación más fuerte que se ha realizado hasta la fecha para esta causa.
Los beneficios fiscales para la filantropía aumentaron recientemente. Ahora las personas físicas pueden deducir donaciones hasta por el 30 % de su ingreso gravable, y los negocios, hasta 12 % de sus ganancias anuales.
Los observatorios de la filantropía
Las investigaciones sobre la filantropía china están aumentando de la misma manera que el número de instituciones que tienen como objetivo apoyar el crecimiento del sector y formar a los ejecutivos de las nuevas fundaciones.
En 2016 el China Foundation Center contó 5 545 fundaciones (financiadas por individuos adinerados o a través de un fondo público anual).
A partir de 2006, y a lo largo de una década, esta cifra hizo más que cuadriplicarse (+430 %). Luego, en 2017, la cantidad de fundaciones aumentó a 6 322, y en 2018 llegaron a ser 7 048. El total de sus donaciones en 2014 ascendió a 102 000 millones de yuanes (16 700 millones de dólares).
Por el lado estadounidense, la Universidad de Harvard creó una base de datos que reúne la información más precisa posible sobre la filantropía china. También ofrece varios programas de alto nivel para los líderes de este campo emergente.
La cantidad de fundaciones sino-estadounidenses contabilizadas en Estados Unidos se ha cuadriplicado desde el año 2000, y en 2014 llegó a las 1 300 entidades. La cooperación bilateral está en camino de hacer coincidir los intereses y las estrategias de estos dos gigantes filántropos internacionales.
El China Global Philanthropy Institute fue fundado en 2015 por cinco filántropos chinos y estadounidenses, entre los que se encontraban Bill Gates y Ray Dalio. El objetivo de este instituto es inspirar a otros a través de un esfuerzo por «destacar la labor de filántropos ejemplares y líderes profesionales del sector filantrópico» con un objetivo doble: nacional e internacional. Para lograr esta meta, el Instituto se apoya en un tríptico de formación académica, apoyo a las buenas prácticas y viajes de estudio.
Asimismo, en 2019 se fundó el China Philanthropy Big Data Research Institute con el objetivo de movilizar a todo el campo de la ciencia y la tecnología, incluyendo la inteligencia artificial, en favor de actividades caritativas con una intención declarada de fomentar la cooperación internacional.
Estas acciones son congruentes con el activismo de China, que actualmente es más general y trata de tener prominencia en el área de la tecnología aplicable a las transacciones financieras a través de la inminente adopción de las divisas digitales o del dominio del blockchain.
Una proyección internacional predecible
Actualmente China continental, incluyendo Hong Kong, es la fuente principal de financiación externa de las universidades estadounidenses. Dicha financiación es mucho mayor que la proveniente de fuentes más tradicionales como Reino Unido y Canadá, y se lleva a cabo a través de donaciones de los alumnos. Estos intercambios han propiciado críticas en el contexto más amplio de las tensiones entre China y Estados Unidos que afectan a las universidades.
A día de hoy, las fundaciones chinas han realizado donaciones internacionales en todos los continentes, especialmente como respuesta a desastres naturales. Una docena de ellas incluso han establecido oficinas o proyectos piloto en el extranjero.
En el escenario mundial, y en África en particular, China interviene de una manera más visible que antes a través de sus inversiones directas en el extranjero y de su ayuda oficial para el desarrollo.
La idea del presidente Xi Jinping sobre el «socialismo con características chinas para una nueva era» incluye planteamientos especiales para los diplomáticos, quienes han sido convocados a construir un «futuro compartido para la humanidad». Si las autoridades desplegaran una visión similar para dirigir el inmenso potencial de los flujos filantrópicos hacia el exterior con una determinación igual a largo plazo, China sin duda se elevaría al estatus de «gran potencia filantrópica».
Una influencia mundial con miras al futuro
A pesar de que las grandes masas de filántropos chinos continúan limitadas por las fronteras nacionales, ahora existen todos los elementos necesarios para su proyección exponencial en todo el mundo. Esta situación probablemente tendrá dos consecuencias.
Por una parte, el paisaje de la filantropía internacional se verá influido por la creciente presencia de los actores chinos, aunque nadie sabe aún qué orientaciones privilegiarán ellos. ¿Cómo encajarán en las redes existentes de filántropos? ¿Cómo contribuirán al surgimiento de una infraestructura filantrópica global?
¿Cómo será este proceso y de qué forma se manejará la redistribución del poder dentro del ecosistema filantrópico mundial, teniendo en cuenta que este campo ha permanecido tradicionalmente bajo una fuerte influencia occidental debido a sus valores, redes financieras y modos operativos?
De la misma manera, las fundaciones y filántropos chinos activos a nivel internacional probablemente nutrirán, enriquecerán y, sin duda, ajustarán su visión al entrar en contacto con sus contrapartes extranjeras. Esta compartición global de experiencias, ¿llegará a ser fuente de inspiración para el sector filantrópico doméstico? ¿Cómo manejará China este doble intercambio de conceptos, ideas, técnicas e incluso tal vez de personal?
Independientemente de cuál sea la respuesta a estas preguntas, en el siglo XXI el sector filantrópico de China se transformará en una fuerza que deberá ser tenida en cuenta más allá de sus fronteras. Lo cierto es que es necesario prestar atención especial a esta expansión, que forma parte de la trayectoria ascendente de esta nación.