Política

Presidente Draghi: el mago que salvó al euro tiene a su cargo la recuperación italiana

El presidente italiano Mario Draghi. Shutterstock / Antonello Marangi

Paola Lo Cascio, Universitat de Barcelona

La designación de Mario Draghi como presidente del Gobierno italiano (después de un periodo de inestabilidad y caos al que siguió la dimisión del segundo gobierno de Giuseppe Conte), generó grandes titulares en muchas portadas de medios de comunicación internacionales.

En la repercusión internacional de ese anuncio tuvo mucho que ver el prestigio del protagonista. Draghi, de setenta y tres años, tiene una brillante carrera a sus espaldas. Fundamentalmente en el área financiera pero basculando entre el compromiso con lo público e institucional y las responsabilidades en grandes corporaciones privadas:

  • Entre 1985 y 1990 fue director ejecutivo del Banco Mundial.
  • Entre 2002 y 2006 ocupó la dirección europea de Goldman Sachs, el banco de inversión privado más importante del mundo.
  • Entre 2006 y 2011 fue gobernador del Banco de Italia.
  • Desde 2011 a 2019 -en el momento más duro de los efectos de la crisis financiera mundial en la zona euro-, fue presidente del Banco Central Europeo.

Muchos comentaristas subrayan cómo en este último cargo, al optar por una política económica expansiva para Europa (reflejada en su célebre frase whatever it takes), Draghi fue el gran hacedor de que la moneda única pudiera sobrevivir a aquella tan difícil coyuntura.

Dada la situación de extrema debilidad de la política italiana, hace tiempo que se especulaba sobre una posible presidencia de Draghi, el mago del euro, considerado por muchos como el único capaz de encauzar la situación.

Un Gobierno técnico con apoyos a izquierda y derecha

La dinámica de la construcción del Gobierno de Mario Draghi contiene elementos característicos de la política italiana:

  • El primero de ellos es el gobierno mediante la recomposición de las mayorías parlamentarias. Desde 1945 hasta hoy el grueso de los cambios de Gobierno se han producido variando la composición de los ejecutivos y de las mayorías. Eso, sin pasar por unas elecciones, pues así lo permite su Constitución, resaltando la centralidad del Parlamento en el sistema institucional italiano.
  • El segundo, que ayuda a superar coyunturas políticas especialmente complicadas, se trata de recurrir gobiernos liderados por un técnico y apoyados por fuerzas políticas de diferente signo. En Italia este modelo ha venido operando con fuerza desde los años 90, a partir de la crisis de los partidos tradicionales.
  • El tercero es el anclaje europeo: cuando la política interna falla se acciona una especie de sistema de seguridad informal por el que, más allá de quién sea el Presidente, la actuación gubernamental va en consonancia con lo pautado por las instituciones europeas.

Gestión, reformas, reconstrucción y europeísmo

El Ejecutivo conformado por el mago para gobernar Italia integra ministros procedentes de un amplísimo abanico de fuerzas. Desde el centro-izquierda del Partido Demócrata y Artículo Uno, hasta el centro-derecha de Forza Italia y la derecha de la Liga, pasando por el centro de Italia Viva. Este variopinto grupo de políticos tiene por delante retos muy difíciles.

El propio Draghi, en su discurso de investidura, dejó claro cuáles serán los cuatro ámbitos de actuación prioritarios para su Gobierno:

  1. La lucha contra la pandemia y la estrategia de vacunación. En este sentido, el Gobierno de Draghi tendrá que armonizar una situación interna en la que ya se perciben dos velocidades. Hay regiones que están haciendo los deberes de manera responsable, como el Lazio, o Emilia Romaña, y otras, como Lombardia, Calabria -que está intervenida- o Sicilia, en donde se acaba de descubrir que se falsearon los datos, que están mostrando sus limitaciones para una gestión responsable de la crisis sanitaria.
  2. La reconstrucción económica. Más allá de la imperiosa necesidad de paliar, en el corto plazo, la situación de los sectores económicos más golpeados, Draghi ha planteado un ambicioso programa de transformación. Para ello ha apelado a la épica de la reconstrucción económica después de la Segunda Guerra Mundial que llevaría en los años sesenta al boom económico italiano. Los fondos europeos jugarán un papel crucial pero también la resiliencia del tejido productivo italiano, así como la contribución de los actores sociales.
  3. El tercer reto, estrechamente vinculado al segundo, son las reformas de profundidad que se propone hacer el nuevo Gobierno, especialmente en el campo económico y de la administración pública. En este paquete tan decisivo entran en juego verdaderas revoluciones como la transición ecológica, la reforma del estado del bienestar, la reforma educativa, la paridad de género.
  4. El último reto radica en el papel que jugará Italia en la política internacional en esta nueva coyuntura. El país viene de unos años convulsos y de una cierta imprevisibilidad geopolítica: desde el inicial recelo europeo del primer gabinete de Conte a los flirteos de la Liga con la Rusia de Putin. Ahora, Draghi parece decidido a devolver la política exterior italiana a sus carriles tradicionales: el europeísmo y el atlantismo. Fuera de estas coordenadas Italia solo puede convertirse en un jugador más débil en el tablero de la política internacional.

Se trata de retos ambiciosos, y de una situación de partida extremadamente difícil. Sin embargo, el mago ya consiguió hacer quizás lo más difícil, que no es otra cosa que establecer las prioridades para Italia.