Autoconfianza y educación financiera: la combinación ganadora para el emprendimiento
Elisabet Ruiz Dotras, UOC – Universitat Oberta de Catalunya
A lo largo de los años, científicos y académicos han estudiado y analizado los motivos que llevan a una persona a emprender. La mayoría de estos estudios se centran en cómo se descubren y explotan las oportunidades de negocio. Básicamente, han analizado cómo los emprendedores son capaces de detectar nuevas necesidades u oportunidades de mercado.
Estudios recientes se han centrado en aspectos más personales, analizando actitudes y creencias vinculadas a las intenciones y los comportamientos empresariales.
¿Cualquier persona puede emprender?
Distintas investigaciones (Engel et al., 2014; Akadiri et al., 2017; Brändle et al., 2018) han demostrado que un elemento clave que define al emprendedor es su capacidad para creer en su propio talento (entrepreneurial self-efficacy o autoconfianza/autoeficacia empresarial).
La autoeficacia consiste en la creencia de una persona en su capacidad para triunfar en una situación particular. La teoría de la autoeficacia enunciada en 1997 por el profesor Albert Bandura establece que lo que uno cree respecto a sí mismo y sus posibilidades determina la manera en la que piensa, siente y se comporta.
En el ámbito empresarial ocurre lo mismo. Si una persona cree que es capaz de iniciar un negocio, tiene ya el primer ingrediente para llevarlo a cabo. De hecho, las investigaciones demuestran que los individuos con una fuerte creencia en sus propias capacidades y habilidades de emprendimiento son más propensos a mostrar una actitud positiva para emprender un negocio.
Así pues, más allá de la capacidad para detectar oportunidades o tener ideas de negocio, la confianza en las capacidades empresariales propias es un factor crucial para las personas emprendedoras. La característica personal de creer que se tienen las habilidades y capacidades de ser un buen empresario o empresaria determina la decisión de iniciar el camino del emprendimiento.
Esta capacidad no es materia formativa en ningún plan de estudio y se desarrolla en edades tempranas.
¿Son los conocimientos y la educación importantes para emprender?
Si alguien desea iniciar un negocio pero no tiene el coraje para ello porque su nivel de autoconfianza es bajo, un elemento que puede ayudar a mejorar su posición al respecto es la educación.
Para la Unión Europea, los dos primeros retos a los que se enfrentan los emprendedores son la educación (la cual debe proporcionar las bases adecuadas para el desarrollo de las capacidades empresariales) y las dificultades de acceso a la financiación (lo que incluye la complejidad de los mercados financieros).
La capacidad de gestión financiera es una de las competencias críticas en la creación y el desarrollo de nuevas empresas. La falta de conocimientos en finanzas dificulta la actividad empresarial, principalmente entre jóvenes e inexpertos.
Aunque uno no necesita saber de todo para empezar un negocio, sí es necesario rodearse de personas de confianza que sí sepan, y es imprescindible comprender e interpretar adecuadamente los números de un negocio: esto es equivalente a que un doctor conozca y comprenda las constantes vitales de su paciente.
Se han realizado distintas encuestas en diferentes países sobre capacitación y conocimientos financieros. Los distintos resultados obtenidos han puesto de manifiesto la necesidad de mejorar, a nivel mundial, los conocimientos y habilidades en materia financiera de los ciudadanos. De hecho, en su informe de 2018, la OCDE señala la necesidad de mejorar los niveles de educación en materia financiera tanto en la población joven como en la adulta.
Una combinación ganadora
Un estudio sobre las intenciones de emprender que hemos realizado un grupo de investigadores de la UOC reveló que, de los distintos factores que pueden intervenir en la decisión de emprender, el conocimiento financiero y numérico y la autoconfianza son los primordiales. Y que, además, ambos factores se complementan: la falta de autoconfianza empresarial puede suplirse con un nivel elevado de conocimientos financieros y numéricos.
El estudio también apunta a que los individuos que no poseen ninguna de las dos características necesitan tener razones de peso para decidirse a emprender un negocio. Puede ser estar en el paro o tener un entorno familiar empresarial que ejerza como modelo.
Nuestro estudio también constató que la mayoría de los encuestados carecían de dos características esenciales para un emprendedor: buenos conocimientos financieros y numéricos, y la capacidad de evaluar correctamente los riesgos.
Los conocimientos financieros y las habilidades para estimar el riesgo son esenciales para la toma de decisiones empresariales y, en consecuencia, los individuos con intención de crear una empresa deben contar con ellos.
Es necesario, pues, promover medidas gubernamentales que apoyen la inclusión de contenidos financieros en el sistema educativo, con el fin de fomentar una mayor cultura empresarial en la sociedad en ausencia de autoconfianza empresarial.
¿Cuál es la clave del éxito?
Ya hemos visto que el conocimiento financiero y numérico y la confianza en las capacidades propias son primordiales para que los individuos se lancen a crear su propio negocio. Pero el éxito no depende exclusivamente de estas características o de la idea de negocio.
No solo es necesario estar en el lugar y el momento adecuados o detectar necesidades del mercado: también es imprescindible estar presentes y activos en las redes sociales, diferenciarse de la competencia, conocer bien y atender a los clientes, tener un negocio flexible, dimensionable y escalable y, sobre todo, tener seguridad y confianza en uno mismo para tomar las mejores decisiones y acompañarse de un buen equipo.
En un mundo cambiante, conocer bien las necesidades, detectar oportunidades y evaluar correctamente los riesgos puede ayudar considerablemente al éxito. Pero también es necesario que, sea el negocio que sea, se viva con pasión y responda a los principios y valores de quien lo emprende.
Elisabet Ruiz Dotras, Profesora en finanzas, UOC – Universitat Oberta de Catalunya